miércoles, noviembre 05, 2008

Aniversario

Aunque he perdido otras ocasiones especiales, no quiero perder ésta. Hoy, 5 de noviembre, mi blog cumple su primer año.

Comencé, impulsado por el deseo de expresarme ante los míos. Mi primera novela llevaba casi dos años de publicada y apenas había estado unos días en uno de los estantes de la Feria del Libro de la Habana, fuera del alcance y conocimiento de los miles de lectores que pululaban en las callejuelas de la fortaleza. El segundo libro, Ternera Macho y otros Absurdos, con mejor suerte, había llegado al stand casi directamente de la imprenta. Sólo un reducido grupo de intelectuales cubanos conocía de su existencia, gracias a la Torre de Letras, donde la escritora Reina María Rodríguez me invitó a presentar ambos títulos.

Un amigo me contó que llevaba un blog, Epepeh. Fue gracias a su lectura, que tuve la idea de hablar de mis aficiones literarias y exponer algunos trabajos. Así fue como, teniendo escritos unos cuantos artículos y muchos cuentos que no pertenecían a ningún proyecto de libro, escribí Absurdos dentro del Planeta Silencioso, parafraseando el título de la novela de Lewis, para comenzar el blog.

Por esa época, Anita y las Cinco Gordas estaba completa y aceptada, pero tendría que pasar por un año de lentas revisiones antes de salir a la luz. (En este momento estoy devolviendo las últimas pruebas, ya está diseñada la cubierta, espero que falte muy poco para anunciar su nacimiento. Una parte de la demora, se debe a las setenta entradas que he puesto en el blog (he retirado dos). Estuve llevando simultáneamente El Reino Amurallado, pero lo detuve por falta de tiempo, ya que tantos proyectos no me dejaban avanzar en ninguno al ritmo que deseaba.

En las primeras semanas no tenía información acerca de los visitantes de mi blog. Necesariamente, eran muy pocos, ya que lo eran al comenzar con el Google Analytics. Una española, María Godiva (es el alias de su blog) reseñó los trabajos de K Budai, de Yoani y míos en una entrada, Damas y Caballeros, con ustedes tres cubanos reales. Poco a poco fueron apareciendo otras reseñas y los visitantes, que hoy se acercan a los treinta mil. No son los millones que tienen otros blogs, pero me parece una buena tirada, especialmente con mis largos "posts" y mi escasez de fotos, hipervínculos y otros recursos de la Web. Google me presenta un mapa casi completamente pintado de verde, lo cual indica que me han leído en casi todas partes.

Ha sido una experiencia extraordinaria. Gracias al poder de Internet, he conocido a decenas de personas que viven en muchos lugares y me han escrito. Algunos han resultado ser excelentes amigos a los que pienso abrazar cuando vengan a Cuba. He reencontrados amistades, compañeros, alumnos, de casi todos los lugares donde estuve. He conocido mejor a muchas personas, también a mí mismo. Y mis libros han tenido una difusión mucho mayor de la que tenían antes de iniciarlo.

Dicen que la mayoría de los blogs perecen en las primeras semanas de nacidos. Éste ya sale de esa posible estadística de mortalidad "infantil" y comienza a dar sus primeros pasos de "parvulito". Tengo almacenada una gran cantidad de materiales que iré colgando a medida que crea que están listos, cuando pueda hacerlo y me sienta suficientemente valeroso. No obstante, mi primera prioridad debe ser Ocupante Original, que me consumirá aún muchas horas de trabajo.

Éste ha sido un año importante para mí. El temor de penetrar en la senectud sin conocer las delicias de ser abuelo ha quedado atrás. Mi hija mayor, que cuando el blog daba sus primeros bytes me había anunciado su gestación, me dio la noticia del nacimiento de mi nieta en agosto. Mis otros dos hijos no se han quedado atrás y ya me veo abuelo de una prole numerosa (el próximo verano), con lo cual creo que empezaré a chochear antes de tiempo. Es, también, el año de Anita, donde he apostado mucho, como saben los que han leído alguno de los relatos/fragmentos que he publicado y más aún los que lean el libro completo.

Seguiré, con la ayuda de todos, escribiendo en este espacio, que se ha convertido en mi remanso. Espero practicar un poco más de periodismo y poner algunos artículos de opinión, mientras me dedico al desarrollo de la trama de la próxima novela. Ya les daré noticias.

Gracias a todos mis lectores por la paciencia que me han tenido y por los comentarios, que siempre espero con ansiedad.




domingo, noviembre 02, 2008

Amén.

"¡Imprescindible!" "¡Impresentable!"

Los adjetivos se cruzaron con toda la virulencia de su antonimia. Antes de hablar de la obra, ya la habíamos sacralizado y excomulgado al mismo tiempo. A continuación, aunque ya con poca esperanza de contemporizar, nos dimos algunas ideas del por qué de las opiniones.

"Es absolutamente parcial. En la película se acusa al Papa de callar sobre el Holocausto, pero no se menciona que, gracias a su silencio, la Iglesia siguió en Alemania y pudo salvar miles de vidas. ¿Cuántas vidas se iban a salvar si el Papa se pronuncia sobre los campos de concentración? El pueblo alemán, y el de los países sometidos a los nazis pudieron seguir siendo acompañados por la Iglesia, gracias a su silencio."

No suelo ser muy bueno en las discusiones en vivo. Después de escuchar una alocución inspirada, prefiero no insistir. Recuerdo, de Carnegie, que no se puede cambiar una convicción por mucho interés que se ponga en exponer hechos y razones en forma ordenada y explícita. No obstante, he conversado suficientemente con mi interlocutor para respetar sus opiniones y capacidad de análisis. Me dediqué a estudiar el problema en busca de discernimiento.

Yo estaba hablando de una película y me interesaba por su mensaje. Él, de un hecho histórico que se exponía sesgadamente en la película. Ninguna obra de arte muestra las dos caras de todos los fenómenos que representa. No es un requisito realista. No se espera, por ejemplo, que un filme sobre los escrúpulos de un verdugo para hacer efectiva una ejecución (como la célebre comedia española), refleje una batalla legal por parte de los abogados del reo o los traumas sicológicos de los familiares de sus víctimas, o las peripecias de un inventor que consigue vender en grandes cantidades una reproducción a escala del garrote vil. Cualquiera de esas facetas pudo haber sido tratada, y muchas otras. Y eran temas razonablemente centrales. Hubiera sido otra película y puede que no tan buena.

Para mí, Amén trata acerca del silencio que el temor provoca. Las personas que intentan denunciar atrocidades, lo arriesgan todo para hacer llegar su noticia a lo más alto. Su única necesidad de discreción es la de asegurarse de que su mensaje llegue. Que el mundo sepa. Que no los pueda apoyar nadie más sin convertirse en cómplice. ¿Evitaría esto la masacre? Probablemente, no. Nada la detuvo. Es posible que hubiera ralentizado su expansión. Tendrían que gastar más en propaganda. Quizás, maquillar algunos campos de concentración. Nunca se podrá saber. Muchos alemanes ignoraron la existencia de los planes de exterminio hasta el final. ¡Qué conmoción tan terrible, enterarse de que ellos mismos habían sido capaces de cometer tales horrores!

No se trata de juzgar al Papa o a la Iglesia por su política de callar en aquellos terribles momentos. Hay que vivir en una situación como la suya para comprender sus temores. ¿Cuántos no callamos cientos de cosas que queremos gritar? La responsabilidad de la voz tiene ramificaciones y la decisión del silencio puede motivarse por el deseo de no causar daño a otros más que por instinto de conservación. Pero, callar ante el atropello, unirse al "estremecedor silencio de los bondadosos", cuando el crimen es continuado y se expande, es acercarse a la complicidad. Es el sentido de la alocución de Martin Luther King.

Mi defensa del filme, por encima de sus virtudes formales (que son muchas), se basa en que trajo esta cuestión, tan antigua como la intolerancia, nuevamente a la palestra. Mostró situaciones paradójicas, héroes complejos sufriendo por su insuficiencia, la maldad de un sistema que convierte al hombre en minúscula pieza. Y todo lo hizo con una trama intensa y bien presentada, con personajes bien construidos. Crea, además, dudas y polémicas que incentivan la búsqueda de conocimientos sobre varias aristas: ¿Qué se sabía en el mundo sobre los crímenes del nazismo en el tiempo en que ocurrían? ¿Qué hizo la iglesia en Alemania y en los países bajo su yugo? ¿Qué hicieron otras organizaciones? ¿Cómo se manifestaron fenómenos análogos en países que sufrieron o sufren de regímenes similares?

El descubrimiento de los campos de concentración de los fascistas fue documentado por los vencedores en toda su crudeza. No corrieron igual suerte los campos soviéticos, españoles, americanos y los que ha habido antes y después en muchos otros lugares. El conocimiento que pueda haber sobre ellos no será tan amplio, matizado, profundo. El silencio, no obstante, pierde a la larga. Se llega a saber. Pero la palabra sólo puede proteger a las víctimas cuando es dicha a tiempo.

Personalmente, creo que el conocimiento del crimen obliga a la denuncia. Si el temor se impone, cada nuevo atropello aumenta la culpa del silencio. ¿Cómo sentirse satisfecho cuando se ha participado, aunque sólo sea como testigo silente, de los crímenes más abominables que la humanidad conoce?