lunes, marzo 09, 2009

Gratuidades Ingratas.

Cuando el gobierno anunció el fin de los planes de estímulo a los cuadros y otras gratuidades indebidas, algunos se sintieron afectados. "Se van a quedar sin directivos" profetizó uno de mis amigos. "Yo no tengo un familiar en el extranjero que me pueda pagar un hotel, ¿cómo podré pasar mis vacaciones?", se quejó otro. Yo los tranquilicé a ambos, con la suposición de que la cosa no iba tan en serio.

"Es un error. Nadie estaba protestando contra las casas en la playa y los hoteles, ¿para qué hacer una cosa así?" Entre mí estaba recordando aquello del callo pisado, pero decidí meter baza: "Es una muestra de cuán lejos quiere llegar con las reformas. Les está diciendo a los demás que hasta los de arriba van a apretarse los cinturones, así que los de abajo no pueden quejarse. No te preocupes si te quitan la semana en Varadero con todo incluido, ya verás que la compensación aparece. Y cuando los salarios tengan valor, podrás pagarte tus propias vacaciones." "Sí, pero desde ahora me están quitando lo que tengo, por algo que no sé si me darán en el futuro." Lo cierto es que las monedas de la vida real suelen tener más de dos caras y este fenómeno me muestra que tampoco los "cuadros" reciben lo merecido; que muchos de ellos son acreedores de algo mejor que estos "planes".

En realidad, el temor de perder sus ventajas por adelantado sin que después aparezca la presunta compensación salarial está bien fundados. Es probable que ésta, en caso de existir, resulte insuficiente. El camino hacia los pagos justos está lleno de escollos. ¿Cómo puede pagarse bien, cuando las empresas y otras entidades estatales tienen en sus plantillas un numeroso personal poco relacionado con la generación de ingresos? (En tal categoría están, por ejemplo, una cuantiosa cifra de "cuadros profesionales" de "organizaciones políticas y de masas"; trabajadores "temporalmente" destinados a "planes priorizados", misiones internacionalistas, etc., sin contar con una serie de regulaciones que han permitido engrosar las plantillas atendiendo a consideraciones no utilitarias). ¿Si es práctica corriente "vincular" o "compensar" los autos de algunos trabajadores, pagándoles las reparaciones y la gasolina para que los utilicen en su transportación? ¿Si los controles aplicados suelen descubrir infinidad de trampas por donde desaparecen incontables recursos en dirección desconocida?

Hay demasiado que arreglar. La falta de reglas darwinistas empresariales o, en su lugar, de un posible control real, ha ido corroyendo un sistema que es de por sí, poco efectivo, y hemos llegando a un punto en que no creo que este paso sea más que un paso de baile.

Los intereses creados en torno al sistema de estimulación son tantos, que no puedo imaginar que vayan hasta el fondo en el asunto. Ojalá me equivoque. Es una de las formas de distribución más injustas y "desestimulantes" que se puedan inventar. Atrae una corruptela magnífica. Arruina al país. Lo divide. Pero… favorece a los que se pueden hacer oír con más estruendo. Éstos empezarían a denunciar a otros sectores no desestimulados. Exigirán que el pensamiento austero se aplique por igual en todos los ámbitos. Pondrán a su propio sistema en jaque. Y la voluntad "igualitarista" se desinflará.

Las cosas no suelen ir tan en serio con tanto bromista suelto. "Nadie busca soga pa' su pescuezo", dicen.

Por si acaso, esconden la soga.