Mi opinión sobre el "bloqueo" o "embargo", como lo quieran llamar, es poco popular y una buena parte de los lectores la rechazarán.
La propia doble denominación refleja un desacuerdo: exagerado el nombre de "bloqueo", asociable con el sufrido por Gerona o Zaragoza durante la guerra napoleónica, o Leningrado en los tiempos de Hitler- Stalin; eufemístico el de "embargo", cuya acepción académica más cercana, "Prohibición del comercio y transporte de armas, materiales de guerra o determinados productos, decretada por un gobierno contra un país.", se aleja de la generalidad de bienes y servicios que son afectados por la "Ley de comercio con el enemigo" que se le aplica a Cuba.
Estoy en contra del "bloqueo" con cualquier nombre que se le dé.
Creo que es moralmente inaceptable que se utilicen mecanismos de cualquier tipo para llevar miserias a un pueblo y "persuadirlo" a comportarse más enérgicamente con su gobierno para forzarlo a cambiar. Las personas no son instrumentos: sus vidas, su libertad y bienestar no deben ser utilizados para conseguir objetivos políticos, dar escarmientos, servir de escudos, etc.
Esto lo digo por Cuba, pero se refiere a cualquier caso aplicable: Sudáfrica, Haití, Honduras, Corea o cualquier otro. Además, lo creo así, no sólo con este tipo de restricciones externas, mientras más mundiales, peor; sino también a las miserias que se provocan por parte de los propios gobiernos como mecanismos de conservación del poder. Incluye, por ejemplo, aplicar penas severísimas para evitar estampidas migratorias. (Es la misma lógica del mayoral que flagelaba hasta la muerte a un cimarrón capturado, para intimidar al resto de la dotación y evitar nuevas fugas).
No creo que deba criticarse el bloqueo desde el punto de vista de su éxito o fracaso (éste sería un ángulo maquiavélico) o referido al Derecho Internacional (en este caso, es muy complicado, ya que lo que se alega de confiscaciones sin compensación justa no ha sido apropiadamente rebatido y no creo que lo sea). Tampoco desde la óptica de la violación de los derechos humanos de los ciudadanos estadounidenses, ya que se refiere a derechos que se les viola primero a los cubanos.
Los Estados Unidos tienen potestad para decidir con quienes comercian. Si les prohíben algo a sus empresarios, se trata de una cuestión entre aquel gobierno y sus ciudadanos.
Pero es inmoral que compitan con nuestro gobierno en hacernos la vida difícil, sólo para empujarnos y que nosotros seamos los que nos demos los golpes.
Sé que es inútil hablar de moral en un diferendo entre dos países. Ésta se halla ausente de las relaciones entre estados. En última instancia, sólo se tienen en cuenta los intereses de los factores que refuerzan o debilitan el poder de los que toman las decisiones.
Parece que hasta ahora el equilibrio de las fuerzas que actúan sobre las relaciones entre estos estados es esta especie de pinchazo de huso que durmió a todos en palacio, sopor que sólo terminará cuando un príncipe atraviese el bosque encantado y despierte este reino hace siglos dormido.