martes, febrero 19, 2008

Condición nacional.

"No parece que vive en Cuba." Dije, injustamente, refiriéndome a la entrada de los limones en el blog de Yoani. "¿Por qué, porque hay limones?" Me preguntó mi interlocutor, que sí que no vive en Cuba. Tuve que pensar la respuesta y me di cuenta de que no es tan fácil.

No había limones, es cierto. Yoani debió haber comprado las guayabas que le ofrecía el vendedor. Si quería adobar, podría sustituir con naranjas agrias, que últimamente aparecen más. Para aderezar, vinagre, que se vende en bolsas en cinco pesos. Para el té…

Bueno, el té es un problema, si se desea con limón. Porque las alternativas son mucho más caras y en divisas. En otros tiempos la hubieran acusado de pequeñoburguesa y ya está. Pero, el té les gustaba a los hermanos soviéticos, alemanes 'democráticos' y otros camaradas. Por otra parte, ¿de dónde sacó el té? ¿De la chópin?

Así caigo en por qué Yoani no parece vivir en Cuba. Los cubanos nos conformamos, "resolvemos". Si no hay teipe, esparadrapo. Si no, hacemos "espagueti" extrayendo el forro de un cable. O lo amarramos con una jabita de nailon, que sirve para todo: lo mismo como sellador de plomería que para proteger los zapatos en la lluvia. Cuando se acaban los recursos sustitutivos, siempre nos queda olvidar la necesidad.

Pero Yoani, no. Camina y camina. Insiste en que le vendan sus limones. Se queja de su desaparición. Se sorprende de la naturaleza efímera de los artículos del mercado. ¿Será conflictiva? ¿No comprende la maldad de los azares de la distribución que garantiza que nada falte hasta el momento en que se necesite?

El mercado cubano, incluyendo el campesino, está fuertemente intervenido. Eso significa que no funciona como si fuera un mercado. Los consumidores representan una "demanda" manejable. Actúan factores extraños, como las "entregas" de efectos electrodomésticos, las "ferias", el mercado negro y los viejitos de los portales. Los precios se suben por decreto aunque nadie esté comprando y eso provoca una avalancha de adquisición. Se prohíbe la compra de artículos populares. Etc., etc., etc.

Entonces. ¿A qué viene la sorpresa?

Quizás el problema sea generacional. Yoani es contemporánea con mi hija mayor. Deben haber estudiado juntas. Por lógica, ellas tendrían que estar más acostumbradas a la mecánica de las fallas del sistema. Sin embargo, se atreven. No deben recordar nada de los días "luminosos y tristes" del Mariel. No vieron ciertas cosas que intimidan. A lo mejor, hasta creen en la razón.

No sé. Ojalá que nadie más calle por miedo. Que todos pregunten por qué y cuánto y no acepten respuestas genéricas ni culpas extranjeras para los problemas nuestros.