sábado, septiembre 20, 2008

El hombre que quería ser cubano.

- Me siento como ustedes.

No es así. Sólo lo cree. La falta de aprensión en su mirada atestigua que no es como nosotros.

- En los años que hace que visito este país, he llegado a quererlos. Tengo muchos amigos, he tenido amores. Ustedes son tan maravillosos que me siento parte de ustedes.

Lo comprendo, he escuchado palabras similares de muchos visitantes. Somos amables. Desde Colón vienen diciéndonos eso. Buenas personas, como este amigo, se conduelen de nuestras tragedias, quieren ayudarnos, en ocasiones lo hacen. Pero seguimos necesitando ayuda. No somos vagos, pero "se trabaja poco". Somos inteligentes, brillantes en algunos casos, pero "todavía pagan con espejitos".

- Me gustaría ser cubano.

Esto es nuevo. Muchos cubanos no quieren ser cubanos. Otros, quieren serlo, pero viviendo en otra parte. Parece que la nacionalidad cubana es mal negocio. No es como ser español o alemán. Pero este hombre, con pasaportes de varios países de primera, quiere ser cubano. ¿Hasta qué punto?

- Pagué el alquiler de dos meses y guardé el resto del dinero. Si no me busco nada, tendré que vivir dos meses con cincuenta CUC.

Difícil. No puedo evitar preguntarle. "¿Cómo piensa que puede ganar dinero?"

- Para sentirme cubano, tengo que ganarlo haciendo algo que pueda hacer cualquiera. Por ejemplo, trabajar en un agro o manejar un bicitaxi.

"No. Trabajar en un agro sólo pueden hacerlo los que tienen la plaza. No es algo que pueda conseguirse de pronto, a no ser que la compres. Si lo haces, ya no eres un cubano de a pie, sino un maceta. Para el bicitaxi, tienes que comprar uno y sacar licencia."

- ¿En qué puedo trabajar?

"Puedes revender periódicos. Te levantas a las cinco de la mañana y marcas muchas veces en la cola. Compras cincuenta ejemplares a veinte centavos y los vendes a peso. Así te buscas hasta cuarenta pesos en un día, si los vendes todos. Uno sesenta. Puedes vender bolsas de nailon en las afueras del agro. A peso, la bolsita, puedes ganar unos cien pesos aunque tienes que pagar por las bolsas. Es ilegal, pero poco perseguido."

- No me gustan esos trabajos.

"Eso significa que estás en condiciones de elegir. Muchos, no. También depende del nivel. Puedes hacer traducciones, cuando consigas clientes. Ten en cuenta que ya hay muchos traductores y es un trabajo bastante especializado. Yo te puedo presentar alguno, si recibe más trabajo de la cuenta, que te avise."

- ¿Y mientras tanto?

"Si sabes que tienes dinero guardado y puedes acudir a él en caso de emergencia, estás en las mismas condiciones que muchos cubanos. Excepto que tú tienes a tu favor el conocimiento de que es por sólo dos meses y puedes resistir mejor. Ellos están en peligro de depender de sus ahorros para toda la vida."

- No voy a utilizar ese dinero. De ninguna forma. Tampoco voy a jinetear, ni a escribir en revistas, ni ganar dinero de otra forma que como lo haga un cubano cualquiera.

"Puedes ser maestro particular. A veinte pesos la clase de dos horas, puedes preparar alumnos para la prueba de ingreso. Yo te pongo en contacto con un individuo que tiene una especie de academia." Aún así, no sería cubano. Ni se empezaría a sentir como tal. "Hace falta la paranoia."

- Ya yo tengo paranoia. Estoy alojado en un cuarto ilegal. Llegó un inspector a la casa, dicen que por un chivatazo, y me escondí hasta que se fue. Tengo tanto miedo de perjudicar a la casera que no me atrevo a salir al balcón.

No es toda la paranoia, pero se puede aceptar. El hombre se está esforzando. Se monta en el P5, apretando la cartera y le roban el celular. Como no puede utilizar su dinero, se queda sin teléfono. Aún así, persiste y también le roban la cartera. Por suerte, dejó el pasaporte en casa. "¿Cuánto te robaron?"

- Veintidós CUC y ochenta pesos cubanos. Pero voy a vivir con lo que queda. A los cubanos también les roban en el bus.

"Te falta algo importante. Eres demasiado independiente. Si fueras como nosotros, estarías buscando ayuda. Pensarías que el Estado debe ayudarte en una situación así. Dependemos mucho de las instituciones."

- Entonces, para ser cubano, ¿tendría que haber ido a la policía?

Puede ser. Pero su problema es de actitud. Es cierto que ha cambiado. Ha perdido algo de la ingenuidad de semanas antes. Ya no mueve la mano para pagar cuando está tomando una cerveza conmigo. Ya no les teme a las mulatas que pasan a su lado sin proponerle nada, porque no adivinan su extranjería. Ha olvidado su correo, la Internet, sus cuentas en los bancos. Sigue, no obstante, sin sentirse como cubano. "Te crees que tienes derechos."

- ¡Yo tengo derechos!

Es mejor que no se esfuerce. Lo que pretende es imposible. No estuvo en esa escuela, no vio esos canales desde niño, no conoció aquellos momentos. No esperó por un colchón de recambio después de una tormenta tropical. No sabe vivir el instante del "llegó tal cosa a la bodega". No lo logrará. No caigo en la tentación de decirle una tontería como: "La cubanidad es un tueste que se consigue a fuego lento." O algo de ese estilo. Lo desapruebo sin explicaciones: "No se puede ser cubano por dos meses."