martes, julio 14, 2009

¿Se recupera la educación?

El regreso de los preuniversitarios al ambiente urbano cumple los deseos de millones de cubanos que han esperado por casi dos décadas la desaparición del sistema de escuelas en el campo que lanzó a los estudios de técnico medio a infinidad de jóvenes interesados en esta enseñanza como camino hacia la Universidad. Todos los estamentos de la sociedad tenían objeciones a la escuela en el campo: separación de la familia, patria potestad, degeneración moral, gasto económico, destrucción de la agricultura, ineficiencia académica, problemas de transporte, eran algunas de las más referidas. ¿Cómo pudo sobrevivir una institución tan impopular durante tanto tiempo? Del mismo modo que muchas otras cosas.

Ha llegado la cordura en este tema y eso debería bastar. Ahora la tarea es dura, durísima. Una institución como el sistema educativo no tiene una fórmula instantánea que pueda destruirse y crearse nuevamente, a golpes de antojo, sin consecuencias. La base material, los antiquísimos laboratorios con sus cristalerías, equipos de medición, mesas de trabajo, reactivos, bibliotecas, pupitres, pizarras y una infinidad de etcéteras han desaparecido en estos años y deben ser restituidos.

Una pérdida más importante es la de los recursos humanos, los más importantes en cualquier ramo. Regresados los "maestros emergentes", el inventario de personal docente debe estar por los suelos. Los maestros profesionales han encontrado una mejor manera de ganarse la vida y costará traerlos al redil.

El reciente anuncio de un aumento salarial para el sector es otra insuficiente buena noticia. Los aumentos no son especialmente importantes, aunque llegan en una etapa en que serán más significativos, teniendo en cuenta la desaparición de muchas de las fuentes alternativas de ingresos que han golpeado la actividad por cuenta propia, la retirada de muchas empresas extranjeras, las restructuraciones gubernamentales y el impacto de la crisis, es decir: el desempleo real. Quiero decir que se trata de un ambiente de mercado laboral deprimido que atraerá a muchos cubanos al trabajo, aunque sea para ganar la depreciada moneda nacional. Los trabajadores de la enseñanza pueden percibir cierta revalorización de su actividad por parte de la sociedad.

Hay otras condiciones que por décadas han hecho estresante el trabajo del maestro. Recuerdo a una compañera de trabajo (cuando eso yo era profesor de "la Lenin") que se retiró el mismo día de cumplir la edad necesaria. Después de negarse a explicar sus razones una y otra vez, lo hizo su último día de asistencia al trabajo. "Hay dos cosas que no soporto de ser maestra. Una, los cambios de programa. Un día llega un metodólogo al Ministerio de un curso en la URSS o en la RDA y trae un libraco y dice: 'éste es el programa'. Y ahí vamos los maestros a estudiar y a preparar nuevas clases con los nuevos métodos. Antes eran las habilidades y ahora son los objetivos o si no la enseñanza problémica, o lo que haya leído el tipo por allá. Entonces, las cosas no salen como el metodólogo creía y lo quitan. Viene un nuevo metodólogo y dice 'no vamos a cambiar el programa, pero vamos a arrancarle la hoja tres, la cinco, la trece y de la quince a la veinticuatro'. Y al otro año le quitan otro pedazo y así hasta que llega otro con un nuevo libro y vuelta a empezar. Lo segundo que no aguanto es que se creen que una tiene la obligación de obedecer órdenes, como si fuera un soldado. 'Hay que llevar a los alumnos al huerto.' Se entiende. 'Los profesores deben quedarse esta noche, que salimos a las tres de la mañana a la concentración por el Primero de Mayo'. 'Preparación militar'. 'Ayudar con la pintura de las aulas'. No es que una se motive y quiera hacer esto o aquello, no. Es que una tiene que hacer lo que se le ocurra a cualquier jefecito, aunque no tenga nada que ver con dar clases."

La queja de esta profesora no es exclusiva del ramo. El trabajador cubano puede tener obligaciones fuera del contenido "normal" de su puesto. Pero la carga ideológica que tiene la educación hace que ese fardo resulte especialmente pesado para nosotros.

Percibir que sus profesores son personas que carecen de respaldo, que no han tenido éxito en la vida, conspira contra su autoridad y su valor como ejemplo ante los alumnos. Hace que sea más difícil controlar el aula. No sólo los salarios deben ser lo mejor que la sociedad pueda brindar. También debe cambiar su relación con la sociedad, respetarse su contrato de trabajo. Los profesores deben ser apoyados por su institución, no hostigados, ni 'persuadidos' a otorgar notas o informes que no reflejan el aprendizaje de sus estudiantes.

A veces me pregunto si es posible en este país que nuestra profesión recupere su dignidad.