martes, abril 14, 2009

¿Decisiones correctas?

Un día, en una de aquellas expediciones de Período Especial en busca de pienso para los pollitos, comenté con una amiga que me acompañaba."Parece que nos hemos quedado sin modelo a seguir. ¿Tú crees que esto se sostenga?" "Yo creo que es muy importante que no se forme una revuelta." La miré sorprendido. No la imaginaba con ese tipo de preocupaciones. Mi mirada la impulsó a explicarse. "Mi mamá tiene más de ochenta años y ya yo estoy cerca del retiro. ¿Qué futuro tendríamos en medio de convulsiones como las que ha habido en Europa del Este?" "¿Tú piensas que los cubanos nos volveremos salvajes?" "No sé lo que va a pasar, pero hay mucho odio acumulado y tengo miedo. Yo prefiero que todo siga tranquilo y que después las cosas cambien poco a poco." Comprendía los temores de mi amiga. Es una persona que supo adaptarse a su medio ambiente y el miedo al cambio se acentúa con los años. Otro amigo, propietario de una vivienda de la que alquila dos habitaciones, me confesó un tiempo después "estoy perdido para el capitalismo", manifestándose conforme con sus ingresos (unos quinientos CUC mensuales) y vivir con su esposa en una pequeña habitación dentro de su lujoso piso.

Me gusta preguntarle a la gente por su visión de lo que ocurre. Recuerdo, en los ochenta, haberle preguntado a un "amigo" (en este caso valen las comillas). "¿De dónde salió la idea de cerrar los mercados campesinos? ¿Tú tienes idea de cómo se toman las decisiones en este país?" Como militante y funcionario de nivel medio, él estaba supuesto de dar parte de esta conversación. Pero estábamos solos, no tenía por qué salir de nosotros.

Sin embargo, optó por ponerse teórico. "A mí no me importa cómo se toman las decisiones, mientras sean correctas." "¿Y cómo saber que son correctas? ¿Qué es lo que hace que una decisión sea correcta?" "Son correctas porque llevamos treinta años aquí. Nada más que hay que ver cómo vivimos y cómo viven en otros países del Tercer Mundo." "No veo la relación lógica. ¿Cómo pueden ser correctas una decisión y la opuesta, tomadas con unos meses de diferencia? ¿Estás dispuesto a aceptar que cualquier decisión es correcta?" "Pensar de otra forma conlleva al divisionismo. Se puede disentir antes de que se tome una decisión, pero después hay que apoyarla. A eso se le llama centralismo democrático."

Dejé muchas preguntas sin hacer. Me interesaba su opinión personal, pero no la conseguía. Él tomó la iniciativa: "¿Tú crees que yo, negro y pobre, hubiera podido estudiar y ocupar este cargo? ¿Que hubiera podido representar a Cuba en el extranjero?" No pude responderle. Lo primero era fácil. Hubo otros antes que él, quizás no tan inteligentes y capaces, como sin dudas él lo era, aún viviendo en una época en que la discriminación racial estaba más arraigada, que estudiaron y ocuparon altos puestos. La segunda era muy difícil, él era uno de los que tenía mayores oportunidades para viajar desde que yo, y otros que hicieron el mismo trabajo antes, no podíamos hacerlo a causa de algunas de esas oscuras restricciones a las que se les suele llamar "lista negra".

Con el tiempo me he ido convenciendo de lo contrario: las decisiones políticas no son correctas por sí mismas. El juicio de valor que se haga sobre las decisiones carece de importancia. Importan más los procedimientos para tomarlas, el conocimiento de los interesados en los pasos que se dan, la transparencia, la responsabilidad de sus promotores. La fórmula maquiavélica está mal: ningún éxito puede ser moralmente justificable si se logra por medios indignos.