viernes, marzo 21, 2008

Soplo nocturno.

El soplo corrió, con la celeridad y la imprevisible dirección de un movimiento browniano, cuando sonaban los primeros acordes del noticiero de las ocho. Siguió esparciéndose, sin detenerse ni siquiera por causas tan importantes como la telenovela o la película esperada.

Se cerraron muchas puertas y ventanas.

Emilio se reúne con sus huéspedes: "Señores, tengo un problema. Ustedes vienen hace años y saben que yo estoy legal en la ONAT. El problema es que tengo declarada una sola habitación y ustedes ocupan dos. Si llegan los inspectores por la mañanita, me hace falta que no encuentren a nadie en la otra habitación. Esta noche, mi esposa se la va a pasar en casa de su hermana y yo me quedo en el sofá. Si tocan a la puerta por la madrugada, necesito que ustedes se reúnan en la habitación que tiene el baño, la del señor. Así, yo puedo decir que ustedes están juntos y yo soy el que duerme en el otro cuarto."


 

José Ramón recoge los discos de su banco. Son más de cuatrocientos; pero, bien puestos, caben en una caja que originalmente contenía una olla arrocera. La envuelve con varias capas de celofán y en una bolsa de basura bien atada con una cuerda que también sujeta una pesada pieza de automóvil. Sube a la azotea, salta a la azotea vecina y luego a otra más lejana. Mueve la tapa del tanque de agua y coloca el paquete en el fondo. Después lo cierra cuidadosamente y regresa.


 

Remigia arrastra un saco de papel lleno hasta la mitad. En la mesa están las bolsas de nailon que generalmente utiliza para envasar. Esta vez lo hace sin pesadas. Tiene prisa y acaba rápidamente. Toma dos de las bolsas y baja las escaleras hasta casa de su amiga María, que accede a guardarlas, pero no a que le traiga más. Sube y lleva dos bolsas a casa de Juan Antonio, donde no es muy bien recibida. No obstante, le permite dejar su carga. Las otras tres bolsas las coloca en su escaparate.


 

El mayor Suárez se impacienta al teléfono:

- No, no conozco que haya ningún operativo en marcha…, bueno, eso puede ser en otra sección. Teniente, si le comunican o escucha algo sobre ese tema, me lo indica. Sí.

- Rendón, comuníqueme con mi casa.

- María Luisa, ve a la sala y coge el casete que no tiene etiqueta. Ve al cuarto del niño y quítale todas las revistas esas que tiene en la mesita de noche, haz un paquete con todo y quémalo. Sí, sí. Después te explico. Bueno, un besito…


 

Rolando conecta su disco externo y guarda en él toda la información contenida en el disco duro de su ordenador, proceso que le cuesta una hora y dieciséis minutos. Después, reinicia y comienza una nueva instalación del sistema operativo. A las once y cincuenta, regresa a su trabajo y deja el disco externo en su taquilla.


 

En casa de Benito hacen una reunión familiar. Su mujer y su hijo se quejan amargamente. "¿Por qué tenías que hablar tanto? No pensaste en nosotros. Ya tú estás marcado. ¿Quieres que ahora nos marquen a nosotros también?"


 

Adalberto tiene un congelador enterrado en el patio. Nadie puede imaginar que las flores están sembradas sobre una enorme bandeja metálica cubierta de tierra. Debajo, repleto de carne, está el congelador escondido. No lo desenterrará hasta que pase el peligro y se reanuden las ventas.


 

Hay cerca de cincuenta personas, en distintos lugares de la ciudad, escondiendo dinero a las diez de la noche. A la una de la mañana lo han hecho alrededor de dos mil.

Centenares de artículos: productos de belleza, fotografía, ron, piezas de automóviles, talleres de descodificación de celulares, juguetes para adultos, antenas, materiales de construcción, café de marca, desaparecen esta noche en escondrijos impensables.

Tarde, en la madrugada, se atrancan las puertas. La ciudad calla y dormita, con el sueño inquieto. Frecuentes son los viajes al baño, que terminan con una mirada a la calle, por las rendijas de las ventanas.


 

Con el sol encendido a plenitud, salen los ciudadanos somnolientos. A muchos les duele la cabeza por haber pasado la noche sin dormir. A casi todos les falta descanso. El soplo se desvaneció en el aire sin confirmar los temores de nadie. Por eso, van alegres y miran al futuro con optimismo.