miércoles, mayo 13, 2009

Cosas que no cambian

Aunque soy de los que piensan que todo tiene un fin y que también nuestro cambio está llegando, distingo los que pueden ocurrir por la voluntad y el interés de los gobernantes, de los que no tendremos fácilmente. Como van las cosas, por el momento solo llegarán algunos de los primeros.

Si queremos saber entonces qué cambios pueden venir de ese modo, tendremos que preguntarnos cuál es la situación ideal para ellos y qué harían para lograrla. Sólo veo aumento del control, restricciones, perfeccionamiento de la maquinaria estatal, conductismo y estratificación de la sociedad en su modelo. La aparente liberalización con que comenzaron las "reformas" (extender hacia los cubanos, servicios y ventas reservados a los extranjeros) fueron una muestra del tipo de relajamiento que están dispuestos a admitir: asuntos secundarios, desaparición de humillaciones inútiles y antieconómicas, más que impopulares, impresentables.

Quedan algunas de ese estilo entre las que se mencionan con más fuerza: la reapertura de las escuelas preuniversitarias en las ciudades, los permisos para vender y comprar automóviles de menos de cincuenta años en la isla, la eliminación de las restricciones de tipos de productos del agro que pueden ser vendidos en los mercados o la mejora del sistema financiero nacional, incluyendo una reforma monetaria.

Hay otras que han levantado muchas ilusiones y que no vendrán. No importará en estos casos que se trate de disposiciones impopulares o ilegítimas.

Un caso es el de las regulaciones que afectan a la libertad de tránsito en sus distintos aspectos. ¿Traslados internos? Puede ser…, quizás. Lo veo difícil, pero no totalmente imposible. ¿Salir y entrar libremente del país? Eso sí que no. Aunque la salida dependería adicionalmente de encontrar destinos dispuestos a recibirnos, un escenario limitado sólo por la disposición de abrirse de las fronteras externas crearía una presión extraordinaria sobre éstas y un cambio tremendo en la dinámica social del país. Es una posibilidad incompatible con el modelo. Puedo enumerar varios elementos, algunos ya expresados en distintos foros:

En primer lugar, significaría una gran pérdida de control. Sólo la posibilidad de coartar la presencia física permite ejercer cierto tipo de presiones, vigilancia y limitación. No sólo de los "enemigos internos", si no también de personas corrientes que no tendrían que quedarse donde se les prohíbe aquello a lo que tienen derecho y necesidad.

En segundo lugar, representaría una considerable afectación económica. Profesionales, deportistas, técnicos, artistas, etc., cuyos contratos serían fácilmente mejorados en cualquier parte, no podrían utilizarse del modo en que lo son, si ellos y sus allegados pudieran viajar o permanecer en los países a los que se les ha vendido su trabajo; o emigrar a cualquier otro sitio sin problemas para el regreso, en caso de desearlo. El llamado "robo de cerebros" se generalizaría en un ámbito laboral depreciado y en la vecindad del mayor mercado del mundo.

Hay un problema de imagen, y este es mi tercer punto, al que posiblemente seguiría cualquier reforma migratoria. La explosión del 80, cuatro años después del referendo constitucional, ocurrió en los momentos en que mejor iba la economía del país, cuando más sólidas parecían las instituciones, pero también después del corrosivo contacto con la "Comunidad". Se interrumpió la estampida, que no llevaba trazas de disminuir, cuando ya habían emigrado 125 000 personas y no se sabe cuántas más se disponían a hacerlo. La conmoción nacional que esto causaba es inimaginable para los que no la vivieron. ¿Qué ocurriría ahora, después de conocer el Período Especial y con las perspectivas sombrías que se ciernen sobre el futuro? No sé. Pero el unitarismo que se pretende presentar sería gravemente dañado. Si la crisis del Mariel fue centro de la atención de los medios en el mundo, un trance como aquel en el siglo de la información quitaría el modelo cubano de los discursos "izquierdistas" para siempre.

Por último, está el problema histórico. Estas "sociedades" funcionan con ese componente. Sin él, las experiencias han sido muy negativas. Recordemos las sacudidas migratorias en Europa del Este que precedieron a la caída del muro de Berlín, cuando algunos países abandonaron el "campo socialista" y conservaron sus fronteras abiertas para todos. Es natural, entonces, que los gobernantes no deseen permitir algo que les puede quitar el país.

No sucederá. Ni se permitirá la pequeña libre empresa, la inversión privada nacional o de la emigración, la diversificación de la enseñanza ni otras restricciones que conforman el sistema de mantenimiento del control.

Los cubanos, acostumbrados a los sucedáneos, seguimos dándoles soluciones ilegales a estas carencias. Hasta que llegue el día.


 


 

7 comentarios:

BARBARITO dijo...

¡¿Cuantos tragos amargos nos quedan hasta alcanzar la LIBERTAD?!
Hasta que llegue el día...

van van dijo...

de que tipos de tragos hablas de ron ....o cervesa bucanero...ja,ja...cubasi..abajo los gusanos.

BARBARITO dijo...

"Nuestro vino es amargo, pero es nuestro vino".
José Martí

glazam dijo...

Cincuenta años y el cincuenta y uno andando... qué resistencia. El cambio llegará aunque no le guste a "los Van Van".
Ah: !Felicidades abuelo!

cuba-cubanos dijo...

Lo que si esta claro es que hace 10 años no se sabia claro el tiempo que le quedaba a la dictadura cubano hoy ya se ve en el horizonte yo creo que 5 años mas seran suficiente para el derrumbe

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